El equipo del Dr. Timothy Amukele, profesor de patología de la Escuela de Medicina de la citada universidad, aporta así nuevas pruebas de que los drones, en este caso pilotados de forma remota por humanos, son una forma efectiva, segura y puntual de transportar sangre a lugares afectados por catástrofes naturales (en los que puede haber carreteras cortadas y muchos otros obstáculos), accidentes en sitios remotos, y en casos en los cuales tardar lo menos posible en llevar el producto médico al paciente es esencial.
Los drones pueden proporcionar acceso a la sangre a las áreas rurales que carecen de él, o de infraestructura para recolectarla o transportarla por sí mismas por carretera.
El equipo de la Universidad Johns Hopkins estudió anteriormente el efecto del transporte por dron sobre la composición química, hematológica y microbiana de muestras de sangre trasladadas por ese medio, y se comprobó que ninguna de ellas resultaba afectada de manera negativa. El nuevo estudio examina los efectos del transporte por dron sobre cantidades mayores de sangre, como las utilizadas para transfusiones, la cual además precisa unos requerimientos de manipulación, transporte y almacenamiento notablemente más complejos, en comparación con muestras de sangre para ensayos de laboratorio.
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Esencialmente, los investigadores de la Universidad Johns Hopkins unieron una diminuta nevera, albergando productos sanguíneos, a un dron del modelo S900. (Foto: Johns Hopkins Medicine).
Fuente: noticias de la ciencia